Al igual que en muchos conflictos del pasado, la crisis de Ucrania ha reavivado los intensos debates sobre los principios humanitarios y su importancia en los conflictos armados contemporáneos. Nos ha hecho notar cómo los principios, en especial, el principio de neutralidad, pueden generar incomodidad y por qué, a pesar de ello, constituyen una brújula y una herramienta operacional valiosa en contextos muy polarizados.

En esta publicación, el director general del CICR, Robert Mardini, abre una puerta para el debate con una nueva serie: “Volvamos a los conceptos básicos: los principios humanitarios en los conflictos armados contemporáneos”, e invita a los asociados a participar en este importante intercambio de ideas.

Los debates acerca de la neutralidad en la crisis de Ucrania nos han afectado a todos en el CICR –incluso a mí–, y nos han hecho notar que quizás habíamos dado por sentados la aceptación universal y el conocimiento de los pilares de nuestra labor cotidiana: los principios humanitarios. Con ánimo de volver a los conceptos básicos, permítanme inaugurar esta serie con algunas consideraciones básicas.

El propósito de la acción humanitaria es evitar y aliviar el sufrimiento humano, dondequiera que se encuentre: un objetivo aparentemente incuestionable. Sin embargo, no es fácil satisfacer las necesidades que surgen en un conflicto, pues las crisis suelen acompañarse de altos niveles de desconfianza, divisiones y violencia, todo lo cual puede entorpecer la acción humanitaria. En 1965, con más de un siglo de experiencia, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja elaboró un marco ético y operacional para que sirviera de guía y posibilitara su labor en situaciones muy polarizadas: los siete Principios Fundamentales del Movimiento. Los primeros cuatro – humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia– se han convertido en un símbolo de la acción humanitaria internacional.

Los principios se organizan de manera jerárquica y proporcionan un marco ético y operacional. La humanidad y la imparcialidad son principios sustanciales que ofrecen una brújula moral: la acción humanitaria procura evitar y aliviar el sufrimiento (humanidad) y solo se guía por las necesidades, sin distinciones de nacionalidad, raza, creencias religiosas, clase u opiniones políticas (imparcialidad).

La neutralidad y la independencia, por su parte, no tienen un valor moral intrínseco; son las herramientas prácticas que garantizan el acceso a las personas afectadas por el conflicto o la violencia, al crear y proteger un espacio humanitario. Han sido pensados para ganarse la confianza de todos: la neutralidad nos exige no tomar partido y la independencia determina la autonomía en la identificación de las necesidades y en la toma de decisiones operacionales, sin tener en cuenta ninguna otra consideración.

Los principios se basan en el supuesto de que hasta la guerra tiene límites y que los beligerantes permitirán la prestación de asistencia humanitaria basada en principios de manera segura y sin trabas, siempre y cuando los actores humanitarios no interfieran en la dinámica del conflicto.

Negociar los principios

Desde que se adoptaron los principios fundamentales, el debate y el intercambio de ideas acerca de su relevancia y aplicabilidad, así como sobre en qué medida podemos ser realmente actores humanitarios basados en principios, han sido prácticamente constantes.

Es innegable que existe una tensión entre la simplicidad de los principios humanitarios y las dificultades vinculadas con su aplicación. La acción humanitaria rara vez se guía únicamente por las necesidades, puesto que en su ejecución deben considerar cuestiones relativas al acceso a quienes la necesitan y a la seguridad, así como a la existencia de recursos para su financiación. La posibilidad de que una organización preste asistencia depende, asimismo, de su capacidad de encontrar el equilibrio entre prioridades, necesidades y percepciones en conflicto para poder generar confianza y aceptación.

Sin duda, el principio de neutralidad es el que genera mayor incomodidad. ¿Es posible no tomar partido ante el sufrimiento y la injusticia? ¿Es posible apoyar a quienes simpatizan con los beligerantes? ¿Es posible mantener el diálogo con todas las partes en conflicto? A veces, esas acciones se perciben como la prueba de una indiferencia inexcusable ante el sufrimiento y una falta de juicio moral en lugar de como una herramienta que posibilita la acción en nombre de todas las víctimas.

La realidad es que las organizaciones de socorro, en efecto, toman partido: a favor de las víctimas. Dialogar con las partes en conflicto no equivale a apoyarlas. De hecho, la neutralidad no exige el silencio: los actores humanitarios pueden condenar públicamente determinadas acciones, como el bombardeo de un hospital, y así lo han hecho, sin que por ello se comprometa su neutralidad. La decisión de hablar públicamente debe tomarse teniendo en cuenta cuestiones de acceso a las personas afectadas, seguridad y aceptación.

El hecho de que la acción del CICR se guíe por un conjunto claro de principios humanitarios no significa que esta sea la única forma aceptable de actuar, sino que puede ser complementaria de otras. Algunas organizaciones dan más importancia a preservar el acceso humanitario para satisfacer las necesidades de los más vulnerables, mientras que otras ponen el acento en fortalecer el respeto de los derechos humanos. Las organizaciones que apoyan abiertamente a una parte probablemente no puedan realizar actividades a ambos lados del frente, pero que quizá tengan mejor acceso a las comunidades que viven en el territorio bajo control de la parte a la que apoyan. Los agentes para el desarrollo o para la paz persiguen otro tipo de objetivos.

Súmense al debate

En definitiva, la acción humanitaria basada en principios, cuando efectivamente se la pone en práctica, salva vidas. Debido a la importancia fundamental de los principios humanitarios para la acción del CICR y el papel que ha desempeñado el Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en la materialización de esos principios, consideramos necesaria la creación de un espacio, que se inaugura hoy, para intercambiar ideas acerca de los principios humanitarios.

La primera contribución proviene de la directora de nuestro Centro de Investigación y Experiencia en Actividades Operacionales, Fiona Terry, que comparte el proceso por el cual ha dejado atrás el recelo que le generaba la neutralidad y ha pasado a verla como un facilitador fundamental para la acción humanitaria.

Luego, nos complacería escucharlos a ustedes. Queremos saber cómo se negocian y se interpretan los principios en su labor diaria y conocer los puntos de vista con los que podríamos no sentirnos completamente cómodos. Esperamos enterarnos de cómo actúan las organizaciones locales en entornos muy polarizados y de cómo la opinión de los Estados acerca de los principios puede haber cambiado con el tiempo, en especial, en el contexto de lo que suele denominarse “guerra contra el terrorismo”. También destacaremos otras contribuciones del CICR en cuestiones relativas al género, la neutralidad, la humanidad y la imparcialidad, y el impacto de la información errónea y la propaganda en el espacio para la acción humanitaria basada en principios. Si desean participar en este intercambio de ideas, pónganse en contacto con nuestra editora, Elizabeth Rushing (erushing@icrc.org).

Valoro este espacio para el debate y reconozco el valor del disenso, que es fundamental para que reflexionemos sobre cómo asegurarnos de brindar la mejor respuesta humanitaria. En última instancia, elijo creer que compartimos la misma ambición: ayudar a quienes más lo necesitan, incluso en las situaciones más complejas.

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