El 1.o de abril de 1939, el general Franco emitió un último comunicado de guerra, que oficialmente puso fin al conflicto civil que enfrentó a nacionalistas y republicanos durante 33 meses. Ochenta años después, a partir de imágenes seleccionadas de una colección de unas 600 fotos, los Archivos Fotográficos del CICR nos permiten rememorar la gran red de delegaciones que esta guerra civil exigió a la organización humanitaria, así como ciertas acciones destacadas que acometió.


Contexto y primeros pasos

El 18 de julio de 1936[1], el levantamiento de las tropas encabezadas por los generales Mola, Queipo de Llano, Franco y Cabanellas[2] encontró al CICR casi sin medios para intervenir. En primer lugar, la organización no contaba con herramientas jurídicas, dado que ni el Convenio de 1864 ni su revisión de 1906 eran aplicables en caso de guerra civil; en segundo lugar, tampoco disponía de estructura material, ya que la Cruz Roja Española pronto dejó de tener competencia en el conjunto del territorio. Aprobada quince años antes, solo la resolución n.o XIV de la X Conferencia Internacional de la Cruz Roja constituía una frágil base normativa, aunque con carácter no vinculante[3]. Al igual que el país, el CICR tuvo que aceptar dividirse en dos y repartir a sus delegados de uno y otro lado de los frentes de batalla, librados a merced de la buena voluntad de los representantes de un bando y el otro.

Reconocido por su experiencia en Abisinia, el Dr. Junod fue el primer delegado del CICR en llegar a España. Unos días después de su arribo a Barcelona, el 29 de agosto de 1936, se dirigió en automóvil a Madrid para encontrarse con el presidente del Gobierno republicano, José Giral. Llegar a la capital implicaba entonces recorrer un trayecto de 800 kilómetros, ya que ni aviones ni trenes prestaban servicio, y se debían obtener salvoconductos para pasar los innumerables controles de seguridad (según Junod, no menos de 148) de las milicias en la zona republicana. En sus memorias, el Dr. Junod manifestó su reconocimiento por haberlo acompañado en su periplo a Andrés de Vizcaya, auxiliar de la Cruz Roja de Barcelona y delegado adjunto del CICR, a quien calificó como “un as del volante” (fotos 1 y 2)[4].

(Foto 1) Guerra Civil Española, 1936-1939. En el camino de Barcelona a Valencia. El Dr. Marcel Junod, médico delegado del CICR, septiembre de 1936, V-P-HIST-01849-18, Archivos CICR (DR)

 

(Foto 2) Guerra Civil Española 1936-1939. En el camino de Barcelona a Valencia durante la primera visita del Dr. Junod. Andrés de Vizcaya al volante de un automóvil del CICR en septiembre de 1936, V-P-HIST-01849-24, Archivos CICR (DR)

 

Tras su visita a la sede de la Junta de Defensa Nacional, ubicada en Burgos, los primeros esfuerzos de Junod rindieron frutos: el 3 y el 15 de septiembre de 1936, cierra dos acuerdos en nombre del CICR, uno con republicanos (ratificado por la nueva gestión, a cargo de Largo Caballero) y el otro con los nacionalistas. Los acuerdos anunciaban la instalación de cuatro delegaciones: Madrid, Barcelona, Burgos y Sevilla. Entre tanto, el 26 de agosto, el CICR crea la Comisión Española (foto 3), encargada de coordinar el despliegue operacional de la organización en territorio ibérico. La Comisión se reuniría 365 veces hasta el 15 de febrero de 1938[5].

(Foto 3) Guerra Civil Española, 1936-1939. Comisión Española del CICR, presidida por el general de división Guillaume Favre (segundo sentado, desde la izquierda), sin fecha, V-P-HIST-01848-20, Archivos CICR (DR)

 

Distribución de las delegaciones[6]

En territorio nacionalista, en Burgos, el CICR envía al delegado Horace de Pourtalès a remplazar al Dr. Raymond Broccard, mientras que Raymond Courvoisier (foto 4) es enviado a San Sebastián, que había quedado bajo el control nacionalista desde fines de 1936. Jean d’Amman (foto 5) estuvo en Burgos y luego en San Sebastián. Paul de Raham, en Zaragoza, y Werner Schumacher, en Sevilla, con lo cual quedó completo el dispositivo.

(Foto 4) Guerra Civil Española, 1936-1939. Delegación del CICR en San Sebastián. Raymond Courvoisier (a la izquierda), delegado del CICR, 1937, V-P-HIST-01848-35, Archivos CICR (DR)

 

(Foto 5) Guerra Civil Española 1936-1939. Burgos. Delegación del CICR. Sala de fichas. El delegado Jean d’Amman (a la izquierda, en segundo plano), sin fecha, V-P-HIST-01851-32, CICR

 

En la zona republicana, en Madrid, el Dr. Georges Henny (foto 6) se reuniría con su colega Junod, antes de la repatriación del primero, en diciembre de 1936 tras una herida de bala. El Dr. Horace Barbey fue enviado a Barcelona y, a fin de año, contó con el refuerzo del Dr. Roland Marti (foto 7). Por su parte, Eric Arbenz estuvo en Alicante. Philippe Hahn, Georges Graz y Pierre Weber se unieron a las delegaciones de Barcelona, Bilbao y Santander, respectivamente.

(Foto 6) Guerra Civil Española 1936-1939. Madrid. Delegados frente a la entrada de la delegación del CICR. Andrés de Vizcaya (derecha) y Georges Henny, sin fecha, V-P-HIST-01850-12, Archivos CICR (DR)

 

(Foto 7) Guerra Civil Española 1936-1939. Barcelona. El Dr. Marti (izquierda), E. Arbenz (derecha) y H. Barbey (centro), sin fecha, V-P-HIST-01851-06, CICR

 

A fines de 1936, el CICR estableció delegaciones en unas nueve ciudades de España. Durante el siguiente año, también se abrieron oficinas en Francia, en San Juan de Luz (foto 8) y en Marsella. Sin embargo, con el desplazamiento de los frentes de batalla y las limitaciones impuestas al CICR por las partes en conflicto (además de los problemas presupuestarios) el número y las sedes de las delegaciones se modificarían sin cesar hasta el cierre de las últimas representaciones, en Madrid y Barcelona, en julio y septiembre de 1939.

(Foto 8) Guerra Civil Española 1936-1939. San Juan de Luz. Delegación y personal del CICR, sin fecha, V-P-HIST-01848-27, Archivos CICR (DR)

Ante la imposibilidad de lograr la firma de un protocolo de intercambio de rehenes al que se adhirieran las partes en conflicto, el Dr. Junod concentró sus esfuerzos en evacuaciones puntuales de las personas más vulnerables. Así, en octubre de 1936, gracias a la intercesión de José Antonio Aguirre, jefe del Gobierno autónomo del País Vasco[7], consiguió que se procediera a la evacuación en barco de 130 mujeres y niñas detenidas en Bilbao. A cambio, y con dificultad, lograría unas semanas después, luego de una ardua conversación con el conde de Vallellano[8], presidente de la Cruz Roja nacionalista, concretar el regreso de cuarenta niños de una colonia de vacaciones y de algunas mujeres condenadas a muerte en San Sebastián. Junod conservaría un vivo recuerdo del comandante Burrough, capitán del destructor británico que posibilitó la evacuación, “un gigante de espalda ancha y tez delicada y rosa, un poco enrojecida por la briza del mar”[9] (foto 9). Si bien los números fueron modestos, el mérito del delegado general del CICR en España es, cuando menos, innegable. En efecto, allanaría el camino para otros intercambios de niños de colonias de vacaciones, pues fueron muchos los que se vieron sorprendidos por el comienzo de las hostilidades el 18 de julio de 1936 y que quedaron “atrapados”, separados de sus padres, en zonas controladas por el bando opuesto[10].

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(Foto 9) Guerra Civil Española, 1936-1939. Liberación de mujeres rehenes en Bilbao, puente del torpedero inglés. El Dr. Junod (a la izquierda) y el capitán Burrough (en el centro), octubre de 1936, V-P-HIST-00864, CICR

 

Mediación

Entre septiembre de 1936 y mayo de 1937, tras haberse unido a la causa de la Junta de Defensa, más de 200 miembros de la guardia civil y sus familias (más de 1.000 personas en total) se refugiaron en el santuario de la Virgen de la Cabeza, en la ciudad de Jaén, Andalucía. Durante largos meses, la aviación y luego la artillería republicanas asediaron la posición rebelde. El 23 de abril de 1937, el Dr. Marti y Andrés de Vizcaya llegaron al frente de batalla, izaron la bandera de la Cruz Roja (foto 10) y, con un altavoz, leyeron un comunicado según el cual, a cambio de la rendición, se garantizaba a los insurgentes que saldrían con vida y que se liberaría de inmediato a mujeres y niños. Sin embargo, las negociaciones se estancaron cuando los sitiados manifestaron su deseo de que los delegados pudiesen entrar al santuario, pues estos no contaban con la autorización de los oficiales republicanos para tal fin. Ningún bando daría el brazo a torcer, y los combates se reanudarían unas horas más tarde. El 25 de ese mes, en el lugar más próximo al frente de batalla, fracasaría un nuevo intento de los dos delegados. El capitán Cortés, del lado nacionalista, y el coronel Cordón, del lado republicano, seguían obstinados en sus respectivas posturas. No obstante, mediante carta fechada el 25 de abril, Cortés propuso un plan de evacuación de los más vulnerables de la zona nacionalista. Cordón rechazaría rotundamente la propuesta, no por el fondo sino por la forma[11].

(Foto 10) Guerra Civil Española 1936-1939. Jaén. Rendición del santuario de la Virgen de la Cabeza. Los delegados del CICR, Vizcaya (en el centro) y Marti (a la derecha), en el frente de batalla del lado republicano, abril de 1937, V-P-HIST-02222-20A, CICR

 

El 1.o de mayo, las fuerzas gubernamentales ingresaron al santuario. Cortés fallecería al día siguiente como consecuencia del ataque. No obstante, la prioridad de Marti y de Vizcaya se cumplió, ya que se evacuó a mujeres y niños, así como a algunas personas hospitalizadas en Ciudad Real. Aun así, recién seis semanas más tarde, los delegados lograrían visitar a los sobrevivientes de la guarnición en la cárcel de San Miguel de los Reyes[12].

Evacuación

A partir de noviembre de 1936, Madrid fue el escenario de un asedio que se prolongaría hasta los últimos sobresaltos del conflicto. Se decía que la guerra se prolongaría, pues la capital no caería en manos nacionalistas con la rapidez con que estos lo habían previsto. El general Miaja (Foto 11), que comandó la defensa militar de la capital en nombre del Gobierno republicano, se rehusó de manera categórica a rendirse, como proponían sus opositores. Largo Caballero, presidente del Consejo (es decir, primer ministro) respondió al CICR que la población de Madrid en su conjunto debía ser considerada como no combatiente, con lo que se rechazaba   la idea de una zona neutral que legitimaría el bombardeo del resto de la ciudad. Las preocupaciones del CICR y de su Comisión Española en cuanto a la protección de las poblaciones civiles eran legítimas dado que, por primera vez, un millón de habitantes se encontraban amenazados por la guerra aérea[13].

(Foto 11) Guerra Civil Española 1936-1939. Madrid. Delegación del CICR. Almuerzo con el general Miaja (en la cabecera de la mesa), 12 de diciembre de 1936, V-P-HIST-01850-22, Archivos CICR (DR)

 

Con el consentimiento del Consejo de Ministros republicano[14], el CICR encaró la evacuación de 4.000 personas con destino a Valencia. La Cruz Roja suiza sumó su aporte, ante todo financiero y logístico, poniendo a disposición doce autobuses, tres camiones y una ambulancia, además de personal auxiliar y directivo. Esta compleja operación se prolongaría por al menos dos meses y permitiría a 2.500 personas escapar de los ataques aéreos gracias a evacuaciones a Marsella, en barcos franceses y británicos. Más tarde estas personas serían redirigidas hacia San Sebastián a través de Hendaya[15]. Se trata de la última gran evacuación realizada bajo el auspicio del CICR[16].

Repatriación

Tras la ofensiva de Cataluña y la subsecuente toma de Barcelona el 26 de enero de 1939, el CICR organizó la repatriación de varias centenas de prisioneros de guerra nacionalistas que habían sido entregados por el Ejército republicano a las autoridades francesas.

Así es como el coronel Georges Patry, miembro del CICR, da cuenta de la repatriación a la que asiste entre el 11 y el 14 de febrero de 1939, en Prats de Molló, en el valle del Tec, a algunos kilómetros de la frontera con España[17]. Además de mencionar las duras condiciones en que estos militares son llevados a Francia después de su captura en Teruel, Georges Patry relata la hostilidad que los delegados del CICR y él mismo enfrentaron tanto por parte de la población local como del alcalde de la comuna cuando realizaban una distribución de alimentos. El alcalde exigía que las raciones de bananas fueran distribuidas equitativamente entre militares nacionalistas y miembros de las milicias instaladas en otro campamento, exigencia a la que los delegados accedieron con el fin de reducir las tensiones suscitadas por la ayuda brindada (principio de imparcialidad mediante) a los prisioneros que habían cumplido órdenes del general Franco. El ejemplo deja ver hasta qué punto la intervención del CICR (necesariamente imparcial) resultó delicada tratándose de un conflicto civil al que nadie era indiferente más allá de las fronteras de España, incluso en el ejercicio del mandato que le había conferido el Convenio del 27 de julio de 1929 relativo al trato debido a los prisioneros de guerra. A pesar de las dificultades, el 14 se concreta la repatriación de 611 prisioneros de guerra nacionalistas bajo la supervisión de la Guardia Móvil francesa hasta llegar a Perthus (foto 12).

(Foto 12) Guerra Civil Española 1936-1939. Prats de Molló. Repatriación de 611 prisioneros de guerra nacionalistas, bajo el control de la Guardia Móvil francesa, febrero de 1939, V-P-HIST-02224-34A, Archivos del CICR (DR)

 


Los Archivos y la Biblioteca del CICR cuentan con numerosos documentos acerca de la Guerra Civil Española. Sin pretensiones de exhaustividad, damos a conocer la existencia de cuantiosos libros históricos, de documentos publicados por el CICR relativos a las Conferencias Internacionales de la Cruz-Roja, de archivos y de más de 600 fotografías disponibles para consulta en nuestro portal de archivos audiovisuales.

Artículo publicado por primera vez en francés el 1 Abril 2019 

Bibliografía escogida

Bibliografía general:

BUGNION, F. (2000), Le Comité international de la Croix-Rouge et la protection des victimes de la guerre, 2.a ed., Ginebra, CICR.

CLEMENTE, J. (1993), El árbol de la vida – la Cruz Roja en la Guerra Civil española, 1936-1939, Madrid, ENE Publicidad.

DURAND, A. (1978), Histoire du CICR : de Sarajevo à Hiroshima, Ginebra, Instituto Henry-Dunant.

JUNOD, M. (1947), Le troisième combattant, Lausanne, Payot [trad. Esp.: El tercer combatiente, trad. de F. Santos Fontenla y V. de Santa Ana, Madrid, Dykinson, 1985, (2002)].

MARQUÉS, P. (2000), La Croix-Rouge pendant la Guerre d’Espagne (1936–1939) : Les missionnaires de l’humanitaire, París y Montreal, L’Harmattan.

Otras fuentes:

Actas de la X Conferencia Internacional de la Cruz-Roja, Ginebra, 30 de marzo al 7 de abril de 1921, Ginebra, Imprimerie Albert Renaud.

Informe general del CICR sobre su actividad entre agosto de 1934 y marzo de 1938 redactado para la XVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja, Londres, 1938, documento no 12, Ginebra, CICR, 1938.

Revista Internacional de la Cruz Roja, núms. 407-412, julio-diciembre de 1936.

Revista Internacional de la Cruz Roja, núms. 419-424, julio-diciembre de 1937.

Revista Internacional de la Cruz Roja, núms. 437-442, enero-febrero de 1939.

Instrumentos de búsqueda (Archivos del CICR):

Inventaire C ESCI, Guerre d’Espagne, 1936-1940

Inventaire B CR 212, Guerre civile en Espagne, 1936-1950


[1] El pronunciamiento tuvo lugar el 17 de julio de 1936 en Marruecos, pero repercutió en la península al día siguiente.

[2] En efecto, se trata de algunos de los generales que conformaban la Junta de Defensa Nacional, encabezada por el general Cabanellas, tras la muerte accidental del general Sanjurjo el 20 de julio de 1936.

[3] Resolución XIV, Dixième Conférence internationale de la Croix-Rouge tenue à Genève du 30 mars au 7 avril 1921 : compte rendu, Ginebra Imprimerie Albert Renaud. Se encuentra establecido que en caso de guerra civil, tras haber obtenido el consentimiento del gobierno del país en que ocurre el conflicto, el CICR organice los socorros recurriendo a los organismos de socorro extranjeros.

[4] JUNOD, M. (1947), Le troisième combattant, pp. 79-80, Lausanne, Payot [trad. Esp.: El tercer combatiente, trad. F. Santos Fontenla y V. de Santa Ana, Madrid, Dykinson, 1985, (2002)].

[5] CLEMENTE, J. (1993), El árbol de la vida. La Cruz Roja en la Guerra Civil española, 1936-1939, p. 71, Madrid, ENE Publicidad.

[6] Para más detalles, véase el informe general del CICR sobre su actividad ente agosto de 1934 y marzo de 1938, pp. 134-138, redactado con motivo de la XVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja, Londres, 1938.

[7] El Estatuto de Autonomía del País Vasco había sido aprobado unos días antes por “las Cortes”, legislatura unicameral de la Segunda República española.

[8] Josep Carles Clemente devela que, por estatuto, el presidente de la Cruz Roja nacionalista disponía de mayor poder de decisión en materia de intercambio de prisioneros que su homólogo republicano. CLEMENTE, op. cit. p. 73.

[9] JUNOD, op. cit., p. 88.

[10] El siguiente artículo, publicado en este mismo blog, ilustra el problema a la perfección: https://blogs.icrc.org/cross-files/es/la-odisea-de-un-campamento-de-scouts-durante-la-guerra-civil-espanola/

[11] Para una recapitulación pormenorizada de los hechos, véase MARQUÉS, P. (2000), La Croix-Rouge pendant la guerre d’Espagne : les missionnaires de l’humanitaire, pp. 190 y sigs. París, L’Harmattan. Marqués menciona la posible intervención del general Franco ante los delegados del CICR con el fin de asegurar la protección de mujeres y niños. No obstante, el autor aclara que ningún documento de archivo parece respaldar esa hipótesis.

[12] Revista Internacional de la Cruz Roja, n.o 419, julio de 1937, pp. 702 y sigs.

[13] BUGNION, F. (2000), Le Comité international de la Croix-Rouge et la protection des victimes de la guerre, p. 323, Ginebra, CICR.

[14] ACICR 212/15, 2928, 17.7.37.

[15] Para una descripción detallada de la operación, véase MARQUÉS, op. cit., p. 241 y sigs.

[16] CLEMENTE, op. cit. p. 142 y sigs.

[17] Revista Internacional de la Cruz Roja, n.o 438, febrero de 1939, pp. 87 y sigs.