Tipología, contextos y límites de las operaciones

Introducción

La Guerra Civil Española, conflicto que duró casi tres años, tuvo una influencia determinante en la forma en que el CICR adaptó su acción humanitaria a nuevos desafíos. En efecto, por tratarse de un conflicto civil, la organización ginebrina disponía entonces de medios de intervención sumamente limitados tanto en el plano jurídico como en el operacional[1]. En ese contexto, la evacuación de poblaciones civiles y, específicamente, de niños y niñas constituyen un ejercicio muy riesgoso. Durante casi toda la guerra, coexistirían en el país dos Sociedades Nacionales (una Cruz Roja republicana y una Cruz Roja nacionalista) con las que se debía entablar un diálogo permanente, en particular, como consecuencia de los desplazamientos de las líneas del frente en el norte del país.

Ya desde los primeros meses de la guerra, lejos de circunscribirse a las fronteras de España, las evacuaciones de niños adquieren, además, una dimensión internacional. Francia, Inglaterra, Bélgica, Suiza, Dinamarca, México y la URSS estuvieron entre los países receptores de niños y niñas. En primer lugar, cabe destacar que en el caso de los últimos dos países, el CICR no intervino ni sistemática ni directamente en las evacuaciones. Habida cuenta de las relaciones que México y la URSS entablaron con España durante la guerra civil, tales operaciones permitían suponer que las repatriaciones de los niños en cuestión se demorarían mucho. Fue solo en este aspecto, y de modo subsidiario de sus actividades en el servicio de información a familiares, que el CICR pudo actuar como intermediario, sin intervenir en las evacuaciones. Solo unos 20.000 niños de un total de 34.000 evacuados (tomando en cuenta todos los países receptores) serían repatriados[2].

En un clima de tensiones constantes, el CICR debió calibrar permanentemente su respuesta humanitaria con el objetivo de cumplir el doble imperativo para velar por el interés superior del niño: por un lado, el rencuentro con su familia y, por el otro, el deber de no exponerlo a los peligros del frente y la retaguardia. De este modo, en las semanas que siguieron al levantamiento, cuando todavía no podía preverse la duración del conflicto, se trató, ante todo, de priorizar un rápido rencuentro con los padres. A partir de 1937, cuando la prolongación de la guerra parece ser evidente, cobra importancia poner a los niños a salvo del riesgo creciente de bombardeos aéreos. Conviene señalar que el alejamiento prolongado de los niños debe ser considerado bajo la perspectiva de las ideologías y estrategias en que se basaba la conducción de las hostilidades y no de un objetivo que el CICR se hubiera propuesto.

Mediante ejemplos, el presente artículo se propone definir tres tipos principales de evacuaciones de niños, que tuvieron lugar entre los meses de septiembre de 1936 y septiembre de 1937. Las evacuaciones tuvieron el objetivo ya fuera de reunir con sus padres a los niños que habían quedado de un lado u otro de las zonas del conflicto, en un movimiento semicircular, sumado a una acción de repatriación en un lapso relativamente breve; ya fuera de alejarlos permanentemente de los escenarios de combates u ocupación del territorio. El primer caso, a menudo dio lugar a un viaje transitorio al extranjero, o a una estancia de media o larga duración.

Finalmente, el avance de las tropas nacionalistas, así como la radicalización de las ideologías en el plano nacional e internacional, llevaron a la puesta en práctica de un tercer tipo de evacuación a México y la URSS, cuya descripción nos permite comprender los límites del CICR en materia de repatriaciones. La distinción entre los diferentes tipos de evacuación radica tanto en el momento en que fueron planeadas como en los fines que persiguieron, en función del desarrollo de las operaciones militares y, en cierta medida, de los supuestos ideológicos de las partes en conflicto. A todas claras, estas categorías son, en parte, artificiales, no obstante presentan la ventaja de brindar un eje temático a nuestra contribución.

El pronunciamiento imprevisto y su relativo fracaso tuvieron como consecuencia la división del país entre provincias indiferentes a la llamada insurreccional y provincias insurgentes. Como el levantamiento tuvo lugar en pleno período de receso escolar, el 18 de julio de 1936, numerosas colonias de vacaciones[3] (al igual que cierto número de niños de visita en casas de familiares) quedaron atrapadas en regiones controladas por una u otra de las partes en conflicto [4]. El CICR y la Unión Internacional de Socorro a los Niños (UISE)[5] respondieron rápidamente a la urgencia y prefirieron evacuaciones seguidas de acciones de repatriación. De este modo, el CICR prestaría asistencia a unas treinta colonias y, más específicamente, a once de ellas[6] localizadas en el territorio ocupado por el bando opuesto al de residencia de las familias perjudicadas. En un primer momento, el CICR no dispuso de información clara y completa acerca de la repartición territorial de las colonias, menos aún de aquellas provenientes de la zona nacionalista (Burgos y Granada, por ejemplo) que se encontraban en el bando contrario. La situación de las colonias provenientes de la zona republicana (principalmente de Madrid y Toledo) era más clara gracias al mapa que la UISE facilitó a los delegados apostados en Madrid[7]. Con respecto a este tema, los miembros de la Comisión de Asuntos de España del CICR[8] con frecuencia mencionaban el papel clave que tuvo la UISE mediante actividades de apoyo y protección de la infancia y no dudaron en invitar a Frédérique Small a hablar de ellas en 1937[9].

Ya en agosto de 1936, el CICR, a través de su delegado general en España, Marcel Junod, es convocado por el Gobierno francés con el objetivo de supervisar la llegada del cargamento del vapor Kilissi. Así fue que se escoltaron víveres y material sanitario hasta el puerto de Santander[10]. El delegado llegó el 10 de septiembre a bordo del cazatorpedero francés Alcyon y decidió, 48 horas después, aprovechar la ocasión para evacuar a unos 300 niños y a sus maestros atrapados en la región[11]. Gracias al Kilissi, se embarcaron rumbo a Saint-Nazaire, adonde llegaron el 13 de septiembre antes de ser ubicados en un cuartel en Ancenis, que ya albergaba a más de 200 niños [12]. Finalmente, unos días después serían repatriados, devueltos a sus familias en Madrid y Toledo[13].

 

Evacuación de veraneantes

Guerra Civil Española 1936-1939. Santander. El Cargamento del Kilissi. V-P-HIST-02222-10A, Archivos CICR (DR)

 

Tres semanas más tarde, la UISE facilitó una vez más la evacuación de 474 niños[14] desde Santander a bordo del carguero noruego Ala. El delegado del CICR, Daniel Clouzot, informaría haber abordado el 7 de octubre el buque Arras, puesto a su disposición por la Embajada de Francia, que lo llevaría hasta el puerto de Laredo en la costa cantábrica, con la esperanza de encontrar allí al Ala[15]. No obstante, el carguero no se encontraba allí a su llegada. Clouzot transmitió su inquietud al presidente de la Diputación Provincial. La preocupación del delegado se vio acentuada porque el barco noruego no disponía de un sistema de telegrafía. Parece, sin embargo, que el retraso del Ala no tuvo mayores consecuencias. Llegó al día siguiente a la Bahía de Santander y, gracias a las directivas de Clouzot al agregado consular francés que lo había acompañado el día anterior, los niños fueron llevados al puerto de Verdon, en Gironda, donde algunos recibieron atención médica. Estos niños provenientes de distintas colonias de vacaciones diseminadas en la zona nacionalista serían finalmente repatriados a Barcelona cuatro días después, es decir, el 13 de octubre, a través de la comuna francesa de Cerbère, uno de los lugares de paso a la Cataluña española más transitados en las primeras semanas de la guerra. Este es un ejemplo de la eficacia de las operaciones relámpago[16].

Guerra Civil Española 1936-1939. Santander. El aviso Arras a bordo del que Daniel Clouzot fue al encuentro del Ala. Octubre de 1936, V-P-HIST-02224-14, Archivos CICR (DR)

 

Casi al mismo tiempo, Junod se encarga de la repatriación de una colonia escolar de unas cuarenta niñas, instalada en Logroño, a unos 150 kilómetros al sur de Guecho (“Getxo”, en vasco) cerca de Bilbao, de donde eran oriundas las niñas. El asunto no fue sencillo, ya que antes de que los portavoces lograran finalmente el retorno bajo el auspicio del cónsul de Cuba, el comité provincial de la Cruz Roja nacionalista, por intermedio del Dr. Junod, había entregado una carta[17] a las autoridades vascas, en la que se señalaba que las niñas rechazaban la repatriación (carta firmada, además, por ocho de ellas)[18]. Esta operación tuvo de particular que se desarrolló en el marco de un intercambio diferido de prisioneros, anticipando una práctica que tendería a generalizarse. En efecto, en sus memorias, el delegado general en España narra una conversación álgida que habría mantenido con el conde de Vallellano, presidente de la Cruz Roja nacionalista, durante la cual el suizo habría cuestionado la lealtad y la palabra de los insurgentes que se rehusaban a liberar una cantidad de rehenes vascos equivalente a 130 mujeres provenientes de la aristocracia del bando contrario[19]. Las memorias de Junod fueron confirmadas por el informe de Daniel Clouzot, que menciona el regreso de 41 niñas al puerto de Las Arenas, en el torpedero británico Esk el 16 de octubre, es decir, seis días después de la liberación de las mujeres detenidas en el Convento los Ángeles Custodios [20]. Cabe destacar que esta operación es la primera en la que la repatriación se efectuó desde de la zona nacionalista[21].

Guerra Civil Española 1936-1939. Bilbao. Llegada de la colonia de vacaciones de Guecho delante de los gudariak (soldados vascos). 1936, V-P-HIST-02224-11A, Archivos CICR (DR)

 

A principios de noviembre, una colonia instalada en Laguardia, provincia de Álava, en el País Vasco[22], compuesta de niños provenientes de Bilbao, fue llevada a la zona internacional de Las Arenas en un navío británico, probablemente el H.M.S. Exmouth. El diario La Voz refiere este hecho el 6 de noviembre de 1936. Allí se hace mención de 30 varones y 72 niñas a bordo, pertenecientes a la parroquia San Vicente de Bilbao[23]. La breve nota de prensa revela que los niños habrían subido a bordo del Exmouth en San Sebastián y que habrían llegado cinco horas después al puerto de Las Arenas, en compañía de un tal “Dr Junaud”, “presidente de la Cruz Roja Internacional”. Claramente se trata de Marcel Junod.

Guerra Civil Española 1936-1939. San Sebastián. Evacuación de la colonia de vacaciones de Laguardia, a cargo de la marina británica. Antes de embarcar. Noviembre de 1936, V-P-HIST-01860-09, CICR

 

De este modo, no menos de 1.326 niños y niñas que se vieron sorprendidos por la insurrección armada encontrándose en colonias escolares habrían sido beneficiarios de la intervención del CICR para restituirlos a sus familias[24]. Más adelante tendremos ocasión de comprobar que en un número minoritario de casos, la repatriación de esas colonias no fue posible antes de 1937 [25]. En tal situación, el CICR compensa la imposibilidad de la repatriación llevando noticias a los familiares a través del Servicio de Información y Búsqueda de Personas[26]. La necesidad de esta acción se impuso rápidamente ante el aumento del número de desapariciones en Madrid durante las semanas que precedieron los combates de noviembre de 1936. Al igual que Madrid y Barcelona, a través de la Comisión Española del CICR, Burgos y San Sebastián también emplearon personas encargadas de las averiguaciones de familiares preocupados por la suerte de los suyos.

Guerra Civil Española 1936-1939. Madrid, delante de la delegación del CICR. Personas haciendo fila para obtener noticias de sus familiares. 1936, V-P-HIST-01850-15, Archivos CICR (DR)

 

Surge con claridad que las evacuaciones de niños, siempre complejas desde los puntos de vista administrativo y logístico, se complican cada vez más a medida que la guerra se prolonga. Desde ese punto de vista, el mes de noviembre de 1936 marca un giro en las complicaciones que el CICR debe enfrentar para encarar la reunión de familiares. Es probable que el fin de la llamada “guerra de columnas” y las fuertes tensiones producto de la batalla que se anuncia en la capital fueran el origen de las dificultades que encontraron los actores humanitarios presentes entonces en España.

 

Evacuaciones de las zonas de combate o próximas a ser ocupadas

El primer trimestre del año 1937 es escenario de un aumento de los bombardeos aéreos, en especial, en el norte del país[27]. Probablemente menos documentados que las evacuaciones de Madrid a Cataluña y Valencia, y luego desde Cataluña a Francia hacia el final del conflicto, los sucesivos desplazamientos de niños vascos y también santanderinos y asturianos no son menos elocuentes. Por otra parte, las tratativas que resultaron en la evacuación de ciertas colonias en 1936 se estancaron y representaron una fuente de preocupación para el CICR a partir del año 1937. La intervención del CICR debió entonces tomar en cuenta el doble movimiento constituido por los desplazamientos internos de la población y los de candidatos al éxodo.

Los primeros desplazamientos internos se produjeron por el avance de las tropas comandadas por el general Franco[28], cuyo siguiente objetivo, en octubre de 1936, parecía claramente ser Madrid. Las evacuaciones hacia Valencia, Cataluña[29] y el País Vasco empezaron rápidamente. No obstante, en el mes de noviembre, momento para el cual la capital española se vuelve el escenario de los primeros combates, su población había aumentado en un 50 % dado que los civiles de las regiones periféricas habían encontrado allí refugio provisorio en el curso de los meses anteriores [30].

Guerra Civil Española, 1936-1939. Madrid. El miedo a los bombardeos es constante en la capital. 1936, V-P-HIST-01847-18, CICR

 

En cuanto a las evacuaciones de niños, hay un hecho que merece particular atención. Se trata del delicado y apenas esclarecido incidente que involucró al delegado Georges Henny a fines de 1936 [31]. El 8 de diciembre de ese año, Henny es excepcionalmente admitido a bordo de un avión de la Embajada de Francia que realizaba cada semana el trayecto entre Madrid y Toulouse. Henny habría aprovechado el viaje para repatriar a quienes serían las hijas del Dr. Cabello, amigo íntimo del presidente de la República Española, Manuel Azaña (a quien Cabello prestaría su piso en Montauban luego de que este dejara España). En el transcurso del viaje, disparos provenientes de un cazador militar perforan el avión y hieren de gravedad al delegado del CICR. El avión lograría aterrizar, pero otro pasajero, Louis Delaprée, corresponsal del diario France-Soir, recibió impactos de bala mortales en el muslo y los intestinos. Andrés de Vizcaya, brigadier sanitario de la Cruz Roja republicana y delegado adjunto en la delegación del CICR en Madrid se encargará de la hospitalización de las jóvenes y de concretar su instalación en Francia. En cuanto a Georges Henny, tras algunas semanas de convalecencia, dejaría España, adonde no volvería durante el conflicto[32].

Guerra Civil Española 1936-39. Madrid. Andrés de Vizcaya (a la derecha) junto al delegado Georges Henny durante su internación. Diciembre de 1936, V-P-HIST-01861-17A, Archivos CICR (DR)

 

A fines de la primavera de 1937, Andrés de Vizcaya se encontraba a cargo de las tratativas con las autoridades republicanas con el objetivo de realizar una evacuación a gran escala desde la capital. La delegación del CICR en Madrid viaja a Valencia para negociar con los ministros involucrados, el de asuntos exteriores y el de justicia, aparentemente más permeables a los reclamos del CICR tras la destitución del gobierno de Largo Caballero[33] y el nombramiento de Juan Negrín al frente del ejecutivo[34]. El 15 de junio, Vizcaya informa haber recibido del secretario del ministro de justicia, Manuel de Irujo, el compromiso de que este último era favorable a una gran evacuación[35]. Esta iniciativa daría lugar, unas semanas después, a uno de los escasos éxitos del CICR en la materia y evitaría a una gran cantidad de niños la separación de sus padres, al menos, en forma provisoria. Sin embargo, al problema de la capital se sumó otro no menos grave: las evacuaciones del frente del norte.

Entre los meses de marzo y julio de 1937, las tropas franquistas concentraron sus esfuerzos en la zona norte. En las futuras batallas, la marina británica jugaría un papel importante en la evacuación de niños de esta región. En efecto, para disgusto de Franco, numerosos destructores británicos navegaban más allá de las tres millas náuticas de las aguas territoriales españolas. Los nacionalistas se ven entonces obligados a aguardar con impaciencia ante lo que consideran una afrenta de la Royal Navy y la marina mercante británica en esa zona del golfo de Vizcaya y el Cantábrico, ya que Gran Bretaña no les reconoce la condición de beligerantes[36].

Las evacuaciones de niños al extranjero, en principio, sin repatriación prevista se realizan por iniciativa de los Gobiernos de la República y del País Vasco. El primero la considera una alternativa al desplazamiento de niños dentro del territorio español; el segundo decide rápidamente enviarlos a Francia, Inglaterra y Bélgica. Marquès no ve en esta diferencia de enfoque el indicio de una consideración humanitaria, sino la voluntad ideológica del Gobierno Vasco de poner a “sus niños” a salvo, fuera de la zona de influencia de los nacionalistas para garantizar la perpetuación de su identidad, incluso en el exilio[37].

Alted Vigil muestra que las evacuaciones de niños desde la zona norte se convierten rápidamente en un asunto propagandístico en el que los nacionalistas intentan sacar partido de los desplazamientos al extranjero, respondiendo así a las autoridades vascas y republicanas, que insistían en el carácter indiscriminado de los bombardeos, en especial, los de la aviación italiana en Durango y Guernica[38]. No obstante, entre las filas nacionalistas, si bien la Falange criticaba con vehemencia las evacuaciones a la URSS, no descartaba que se realizaran hacia países de Europa Occidental[39]. El clero vasco –cuando menos dividido en cuanto al apoyo al Gobierno autónomo, aliado de las fuerzas republicanas[40]– manifestó grandes reservas en lo que concierne a la evacuación de niños al extranjero. Tras la caída de Bilbao, la cuestión de la repatriación cobró centralidad. En materia política, del lado nacionalista, resultó en la creación de la Junta de Protección de Menores en mayo de 1937 y, del lado republicano, en el decreto de octubre del mismo año destinado a impedir la repatriación de los menores, poniéndolos bajo la tutela de las autoridades consulares del país al que habían sido evacuados[41].

Philippe Hahn, delegado del CICR apostado en Barcelona, destacó un problema que se acrecentaría en el transcurso de 1937. Las evacuaciones sin contrapartida eran cada vez más difíciles de lograr, y cada uno de los bandos exigía restituciones. Desde hacía ya varios meses, el procedimiento que consistía en intercambiar prisioneros (civiles o militares) por niños generaba polémicas, incluso en el marco de la cooperación entre la Cruz Roja republicana y el CICR. A modo de ejemplo, mencionemos que el delegado Georges Henny hubiera estado de acuerdo si se lograba la liberación de mujeres detenidas en las cárceles de Bilbao a cambio de la evacuación de los niños de la colonia de La Granja, mientras que Andrés de Vizcaya, adjunto de Marcel Junod, se oponía[42]. A esto se suma un debate aún más espinoso, la de las zonas consideradas de riesgo. La polémica no era nueva, pero tendía a acrecentarse. En octubre de 1936, la propia Comisión Española debatía la posibilidad de realizar la repatriación de los niños de La Granja a Madrid, conforme el pedido surgiera de los padres afectados o de las autoridades[43]. En el mismo período, durante la entrevista que Daniel Clouzot y Marcel Junod tuvieron con el presidente de la comunidad autónoma del País Vasco en el marco de las operaciones vinculadas a la colonia de Guecho, citada con anterioridad, Clouzot mencionó la dificultad que suscitaba la repatriación a Bilbao, ciudad que se consideraba especialmente expuesta a bombardeos, al mismo tiempo que confirmó que primaría la voluntad de los padres[44]. Por su parte Georges Graz, delegado en Bilbao, expresaba un posicionamiento más radical. Desaprobaba la evacuación de niños no acompañados desde la zona norte e insistía en que, llegado el caso, la restitución a los padres, a pedido de estos, fuera la regla establecida[45].

Después de la visita de Andrés de Vizcaya, una nueva visita de Philippe Hahn al ministro Irujo pareció surtir efecto y posibilitar la evacuación de unos cien niños hacia Puigcerdà[46]. Fue por eso que el delegado Clouzot, llegado de Ginebra a Latour-de-Carol el 28 de septiembre, insistió ante el prefecto de los Pirineos Orientales para que los niños cruzaran la frontera ese mismo día y no al día siguiente como había sido previsto. En paralelo, en España, el delegado Hahn se ocupó de las gestiones para llevar a cabo el regreso de los niños. En septiembre de 1937, este tipo de evacuación tenía lugar en un contexto de extrema tensión, marcado por la ofensiva de Asturias, que se suponía daría fin a la toma nacionalista de la zona norte. Al parecer, este fue el motivo por el cual se estimó conveniente que dos de los niños, cuyos padres eran oriundos de Asturias se quedaran en la zona republicana, para evitar así los riesgos vinculados con represalias y enfrentamientos en curso en el norte del país. Una niña con su pasaporte en regla y dinero también dejó el grupo para dirigirse a Nantes donde la esperaban miembros de su familia. Los otros 97 siguen camino a través de Toulouse hasta Hendaya, escoltados por los delegados Hahn y Couzot, que hacen uso la experiencia adquirida en el curso de los meses anteriores en materia de diplomacia, finanzas y administración, así como también de aprovisionamiento[47].

Guerra Civil Española 1936-1939. Frontera franco-española en Puigcerdà. Evacuación de niños hacia Francia. Septiembre de 1937, V-P-HIST-01854-11, Archivos CICR (DR)

 

A pesar de las dificultades inherentes a los escollos administrativos establecidos por un bando o el otro –frente a los que las dos Sociedades Nacionales actúan como intermediarias, en acuerdo con las delegaciones del CICR, la sede en Ginebra y las autoridades de ambas partes en conflicto– parecería que las reunificaciones familiares pudieron llevarse a cabo en gran medida hasta noviembre de 1937 antes de verse interrumpidas[48]. En esa fecha, la zona norte del país es tomada definitivamente por los nacionalistas, que de allí en más controlarían más de la mitad de la península, en tanto que las instituciones republicanas se trasladaron de Valencia a Barcelona.

Además de Francia, y en menor medida, otros países de Europa occidental fueron receptores provisorios de niños españoles durante la primavera de 1937. Se estima que Inglaterra habría recibido unos 4.000 niños[49], de los cuales al menos la mitad habría sido repatriada un año después, en mayo de 1938. Bélgica habría recibido un número casi equivalente de niños mediante evacuaciones más dispersas en el tiempo. Estas habrían comenzado a partir de fines de 1936 y continuarían hasta principios de 1939. Después de Francia, es probable que el número de niños vascos que encontraron refugio allí haya sido el más elevado. Suiza también recibió algunas decenas de niños que, tras la toma de Bilbao por los nacionalistas, recibieron asistencia médica, muy probablemente, a pedido de las autoridades franquistas. Fue sobre todo durante las últimas semanas de la guerra civil, en enero y febrero de 1939 cuando el flujo de niños entre España y Suiza fue más importante. Por último, entre noviembre de 1937 y noviembre de 1938, Dinamarca habría recibido a unos 250 niños que luego fueron redirigidos a Francia. El número de niños que permanecieron definitivamente en esos cuatro países luego de ser evacuados es ínfimo. Por otra parte, si bien es difícil conocer el papel que pudo tener el CICR en la organización de aquellas evacuaciones, parece claro que se realizaron, en su mayoría, con la ayuda de asociaciones sindicales o, en escasas ocasiones, católicas, y de partidos políticos de izquierda u organismos políticos, como el Partido Obrero belga o el National Joint Committee for Spanish Relief. Signadas por la polarización de las ideologías, la mayoría de las evacuaciones que se produjeron durante la primavera de 1937 no fueron de la incumbencia del CICR[50].

 

Evacuaciones a México y la URSS

Múltiples y a la vez complejas fueron las motivaciones que llevaron a la elección de México y la URSS para instalar allí prolongadamente a algunos niños evacuados. Para no desviarnos de nuestro cometido, nos limitaremos a señalar que aquellos dos países constituían, del mismo modo que Italia y Alemania para el bando nacionalista, una de las manifestaciones de la internacionalización del conflicto.

Ya al final de la guerra estaba claro que esos dos Estados serían los únicos que se opondrían con firmeza al regreso de los niños exiliados[51], para restituirlos a sus padres, dado el apoyo que los regímenes de Cárdenas y Stalin habían brindado a quienes que lucharon del lado republicano. La historia de aquellos niños, verdadera zona gris cuyos contornos son difíciles de delinear, merece ser abordada a la luz de las dificultades que supuso la información relativa a su lugar de residencia y, sobre todo, cualquier mínimo intento de repatriación. Lo que es más, como surge de los Archivos del CICR, ni México ni la URSS legitimaban[52] el Gobierno del general Franco, por lo que fue difícil obtener información precisa acerca de esas evacuaciones.

En lo que entonces no era más que un embrión del estado franquista, la Junta de Protección de Menores es remplazada el primero de julio de 1938 por la Delegación Extraordinaria de Repatriación de Menores (DERM)[53], que se encargará de la repatriación de niños y niñas hasta 1954[54]. La DERM se vale principalmente de los documentos de la Delegación de Asistencia Social, relativos a los cientos de niños evacuados desde Bilbao, mayormente a la URSS, tras la caída de Santander en manos franquistas en agosto de 1937 y mide así el alcance de la tarea que se propone realizar al encarar las repatriaciones [55]. En efecto, parece que los países receptores se mostraron reticentes a la idea de repatriar a los niños automáticamente, accediendo al mero pedido de la DERM y que sus padres, exiliados o no, habrían expresado dudas en cuanto a la suerte que les aguardaba en España. No obstante, no bien terminó la guerra civil y, más aún, luego del inicio de la Segunda Guerra Mundial, las repatriaciones se intensificaron y pasaron de algunas centenas, a fines de 1937, a varios miles (probablemente más de la mitad de los niños evacuados), en los años 1938 y 1939[56].

México, presidido por el general Cárdenas, fue un importante aliado del Gobierno republicano español. Fue por eso que el Comité Ibero-Americano de Ayuda al Pueblo Español pidió su apoyo al Comité de Ayuda al Pueblo Español, creado unos meses antes. Entusiasmado por la iniciativa, el presidente Cárdenas establece rápidamente una sección dedicada a los niños, presidida por su propia esposa, con miras a una evacuación que suscitaría mucha atención, la de los “niños de Morelia”.

Si bien las ciudades de origen de aquellos niños son conocidas, no resulta fácil determinar cuáles fueron sus itinerarios antes de la evacuación. Cuando menos parece que la mayor parte de esos niños habrían sido evacuados desde Guipúzcoa y luego, después de un tiempo en Francia, habrían vuelto a territorio español, a Cataluña y Valencia[57]. El itinerario entre esas dos regiones y Francia, donde empezaría su periplo trasatlántico, no ha sido establecido con claridad. Los niños embarcan en Burdeos el 25 de mayo de 1937 a bordo del barco francés Mexique y llegan al puerto de Veracruz el 7 de junio. Más tarde se los instalaría en un internado del estado de Michoacán, en Morelia[58]. Se trata de niños y niñas, en su mayoría, de entre 4 y 12 años[59].

Ayuda !, Boletín del Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español, n.o 3, septiembre de 1937

 

Al ser advertida sobre esta evacuación por su representante en Estados Unidos, el diplomático no oficial J. F. Cárdenas, la Junta Técnica del Estado franquista pide al presidente de la Cruz Roja nacionalista, el conde de Vallellano, que solicite la intervención del CICR ante la Cruz Roja Mexicana y el Gobierno de L. Cárdenas con el fin de averiguar las condiciones en que se encontraban los niños[60]. El 18 de agosto, el presidente de la Cruz Roja Mexicana respondería que las condiciones eran satisfactorias, habida cuenta del número de niños y niñas y de las diferencias culturales a un lado y otro del Atlántico[61]. Una vez que el representante franquista en Estados Unidos obtuvo la nómina de niños, el CICR ofreció sus servicios con el fin de proceder a la repatriación, siempre que los padres la hubieran solicitado. Fue así que, gracias a fichas individuales confeccionadas por el CICR, se pudo asociar el nombre de más de la mitad de los niños a la dirección de residencia de sus padres con miras a una repatriación antes del final del conflicto[62]. No obstante, parece que la mayoría de las tareas en cuestión tuvieron por resultado una tasa relativamente baja de repatriaciones en el curso de los mandatos presidenciales del general Cárdenas y de su sucesor[63].

Cabe destacar que es llamativa la desproporción entre el número de niños evacuados a México durante el conflicto y la cantidad de adultos que encontraron asilo allí entre 1939 y 1942. El hecho de que este país de Centroamérica haya sido receptor de numerosas personalidades del ámbito político, militar e intelectual, mientras que solo cuatrocientos cincuenta y cinco niños hallaron refugio allí, parece indicar que esta última experiencia fue rápidamente repensada en función de las muchas polémicas que suscitó. Muy distinto es el caso de la URSS, en el que, por el contrario, los niños evacuados entre 1937 y 1938 constituían la gran mayoría de los exiliados españoles[64].

En cada expedición viajaban niños que, en su mayoría, huían de ciudades que eran escenario de enfrentamientos o que estaban por serlo. Así, los niños eran oriundos de Madrid, Bilbao, el resto de la zona norte (Asturias y Santander) y, algunas semanas antes de la ofensiva en Barcelona, de Cataluña, Aragón y la costa este. Por otra parte, dos de los barcos en cuestión hicieron escala en Francia –sobre todo con el fin de que desembarcaran allí niños cuya destinación final no sería la URSS– mientras que los otros dos se encaminaron a los puertos del Báltico (Leningrado) y el mar del Norte (Yalta)[67]. El asedio de la zona norte la convierte en escenario de todos los cruces, de todas las confusiones, de todos los dramas en lo que respecta a la proveniencia de los niños.

Si bien, como ya señalamos en el preámbulo de este artículo, es sabido que el CICR no intervino directamente en las evacuaciones con destino a la URSS, tampoco hay indicios de que la organización ginebrina se hubiera opuesto a esta medida. Sin embargo, no puede descartarse, tratándose de evacuaciones que han pasado por los puertos de Burdeos y Saint-Nazaire, que algunas de las delegaciones del CICR hayan tenido noticias de la existencia de las embarcaciones soviéticas (el Kooperasiia y el Dzerzhinsky) o bajo bandera francesa, como el Sontay, que esperaban la salida de barcos de España para asegurar el relevo en el transporte de sus pasajeros hasta Leningrado[68].

Desde antes que terminara la guerra civil, la suerte de los niños evacuados a la URSS se convirtió en una cuestión política mayor para el Gobierno de Burgos, que encaró negociaciones tan numerosas como poco fructíferas. Por eso, antes de que la ruptura del pacto germano-soviético pusiera término a los canales diplomáticos, la DERM solicitaría tanto a Italia como a Alemania y el Vaticano la intercesión ante las autoridades soviéticas[69]. En esas condiciones, el papel del CICR quedó limitado por su cometido.

Al igual que en el caso de México, los Archivos del CICR dan cuenta de las dificultades que la organización humanitaria debió enfrentar para obtener información acerca de los niños evacuados en la URSS. Al problema del reconocimiento diplomático se suma el hecho de que la Cruz Roja soviética no pudo obtener autorizaciones del gobierno de su país y que solo las repatriaciones colectivas eran consideradas una opción. Se presentaba además la cuestión de los costos ligados a tales operaciones. Como expresó la delegación de Burgos en 1939, el CICR no pudo tramitar los pedidos de repatriación de los padres a través de la Cruz Roja soviética[70]. De hecho, tal como destaca el delegado Jean d’Amman en abril de 1939, el fin del conflicto en España significó que el CICR no procedería de allí en más a otras repatriaciones y que, a partir de ese momento, se limitaría a su acción en calidad de servicio de información a los familiares[71]. En efecto, el CICR recordó entonces que ya no podría intervenir en la repatriación de refugiados, al igual que en ninguna negociación pertinente, salvo que circunstancias particulares hicieran de la organización el único actor capaz de facilitar el retorno a los hogares[72]. Esta situación, de suma importancia en el caso de los niños cuyos padres ignoraban el lugar de residencia, refleja una toma de posición: a partir del mes de agosto de 1939, el CICR decidió que, en forma general, la repatriación de los niños españoles quedaría bajo la competencia de las autoridades consulares y las sociedades nacionales de los países de Europa Occidental involucrados. De ese modo hizo de México y la URSS una excepción, para justificar su intervención en caso de necesidad[73].

En una nota con fecha de julio de 1939, podemos ver que la entrega de 2.000 niños refugiados en la URSS sería considerado a cambio de 120 marinos rusos detenidos en Palma[74]. Jean d’Amman[75] confirmaría en agosto del mismo año la posibilidad del intercambio y su fracaso, dado que los marinos fueron liberados por otras vías[76]. El CICR estimaba en 2.000 el número de niños que el CICR evacuados a la URSS. De haberse concretado, la operación hubiera constituido sin lugar a dudas uno de los éxitos humanitarios más salientes del CICR en España. Esta iniciativa abortada ilustra bien los límites con los que el CICR tendría que operar de allí en más.

 

Conclusión

Surge de la lectura de las páginas precedentes que la intervención del CICR en materia de evacuaciones de niños fue persistente entre los meses de septiembre de 1936 y septiembre de 1937, antes de volverse más modesta, desde los puntos de vista práctico y operacional, a partir de la internacionalización del conflicto. Si bien la organización ginebrina supo mostrar eficacia en el marco de las evacuaciones y las repatriaciones de las colonias escolares, así como en lo concerniente a la evacuación de personas civiles de Madrid hacia el este del país, su participación se vuelve luego más difícil de establecer. Las delegaciones del CICR no cerraron sus puertas de un día para otro en el otoño de 1937, ni sus delegados dejaron de informarse de lo que ocurría en España, pero la llegada de otros actores humanitarios[77], ciertamente más facciosos, parece haber complicado sus actividades. De hecho el CICR no estuvo, o estuvo en menor medida, asociado a la mayor parte de las evacuaciones que suponían un alejamiento previsto de media o larga duración y brilla por su ausencia –por decirlo de algún modo– en la organización de las evacuaciones hacia México y la URSS. No obstante, el simple hecho de que muchas embarcaciones que garantizaron el transporte de niños en 1936 estuvieran aún muy presentes en 1937 y 1938 deja suponer que la densa red de delegaciones que la organización ginebrina estableció en España seguía manos a la obra. Como prueba basta pensar en que el servicio de información a los familiares, establecido bajo la égida de la Comisión Española, vio pasar por su oficina central de Ginebra unos cinco millones de mensajes de familiares y que la última delegación del CICR en España permaneció abierta en Barcelona hasta septiembre de 1939. Es más, esta contribución no alcanza a responder preguntas fundamentales que nuestra modesta exposición no deja de destacar: ¿qué fue de los niños en los distintos países receptores?; ¿en qué medida el CICR pudo brindar información a las familias cuyos hijos fueron evacuados a toda Europa?; después de la Segunda Guerra Mundial, ¿el CICR hubiera podido asumir la responsabilidad de la repatriación de los niños que permanecían en el extranjero? Áreas de vacancia para la investigación sobre las que los Archivos del CICR aún no han dado su veredicto.

Artículo publicado por primera vez en francés el 11 de diciembre 2020 

Referencias bibliográficas

Artículos y monografías

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Bibliografía complementaria (no citada)

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Otras referencias

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Portales web

Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España: http://www.bne.es/es/Catalogos/HemerotecaDigital/

Portal de los archivos audiovisuales del CICR: https://avarchives.icrc.org/

Herramientas de búsqueda (Archivos del CICR)

Inventaire C ESCI, Guerre d’Espagne, 1936-1940.

Inventaire B CR 212, Guerre civile en Espagne, 1936-1950.

 

[1] Adoptada quince años antes del conflicto, solo la resolución n.o XIV de la X Conferencia Internacional de la Cruz Roja, aunque de carácter no vinculante, sustentaba el derecho del CICR a intervenir en caso de conflicto interno, a pedido de una Sociedad Nacional.

[2] Según cifras del Archivo General de la Administración (AGA): https://www.culturaydeporte.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/centros/cida/guias-de-lectura/guia-exilio-espanol-1939-archivos-estatales/ninos-guerra.html.

[3] Muchas de esas colonias se enmarcaban en la política educativa del Ministerio de Instrucción Pública y del Ministerio de Trabajo; otras habían sido organizadas por iniciativa de los sindicatos obreros, de asociaciones de apoyo a la infancia o de organizaciones católicas.

[4] Para un vistazo rápido sobre el tema, v. MARQUES, P. (1993), Les enfants espagnols : réfugiés en France (1936-1939), París, AutoEdition, pp. 30-34.

[5] No haremos aquí una recapitulación detallada del rol de la UISE en la evacuación de niños. Para acceder a una visión de conjunto, en particular, sobre las misiones de Frédérique Small, recomendamos la consulta del aporte de Mathias Gardet al coloquio “Le troisième combattant. L’action humanitaire durant la guerre civile espagnole et l’exil républicain”, que tuvo lugar en la Universidad de Ginebra el 27 y 28 octubre de 2016.

[6] MORENO MARTINEZ, P., “Tiempos de paz, tiempos de guerra: la Cruz Roja y las colonias escolares en España (1920-1937)”, en Áreas, Revista Internacional De Ciencias Sociales, 2012, p. 152.

[7] Ibid. p. 153, donde se menciona la Circular n.o 311 emitida por el CICR; Revista Internacional de la Cruz Roja, octubre de 1936, p. 856.

[8] Órgano encargado de coordinar el despliegue operacional del CICR en territorio español y francés, que se reuniría 365 veces, hasta el 15 de febrero de 1938.

[9] ACICR, B CR 212 PV, 29.09.1936 et ACICR, B CR 212 PV, 17.03.1937.

[10] Revista Internacional de la Cruz Roja, septiembre de 1936, p. 754; MARQUÉS, P. (2000), La Croix-Rouge pendant la Guerre d’Espagne (1936–1939) : Les missionnaires de l’humanitaire, París, L’Harmattan, p. 55.

[11] ACICR, B CR 212 GEN-60, sin fecha, allí también se menciona la evacuación de cuarenta “refugiados” extranjeros y españoles.

[12] MARQUÉS, P. (2000), La Croix-Rouge pendant la Guerre d’Espagne (1936–1939) : Les missionnaires de l’humanitaire, op.cit., p. 55.

[13] Revista Internacional de la Cruz Roja, septiembre de 1936, p. 754.

[14] Esos niños provenían de distintas colonias situadas en los alrededores de Santander.

[15] ACICR, B CR 212 GEN-52, 23.10.1936.

[16] Revista Internacional de la Cruz Roja, octubre de 1936, pp. 856-857; MORENO MARTINEZ, P., op. cit., p. 153.

[17] Esta carta se menciona también en el informe de Daniel Clouzot, ACICR, B CR 212 GEN-52, 23.10.1936.

[18] REKALDE RODRIGUEZ, I. (2000), Escuela, educación e infancia durante la Guerra Civil en Euskadi, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, p. 877.

[19] CLEMENTE, J. (1993), El árbol de la vida – la Cruz Roja en la Guerra Civil española, 1936-1939, Madrid, ENE Publicidad, pp. 115-117; JUNOD, M. (1947), Le troisième combattant, París, Payot [trad. Esp.: El tercer combatiente, trad. F. Santos Fontenla y V. de Santa Ana, Madrid, Dykinson, 1985, (2002)], pp. 79-80, donde se menciona que la repatriación de estos niños era una promesa de la Cruz Roja nacionalista.

[20] ACICR, B CR 212 GEN-52, 23.10.1936; acerca de la evacuación de las mujeres del convento Los Ángeles Custodios, v. el Blog de los Archivos y la Biblioteca del CICR.

[21] Clemente afirma que se trataría de la primera colonia repatriada durante la guerra, lo que es poco probable, op.cit. p. 117.

[22] Sin embargo, cabe señalar que de las tres provincias declaradas autónomas (Álava, Guipúzcoa y Vizcaya) Solo Vizcaya y una parte de Guipúzcoa se encontraban aún bajo la administración del Gobierno autónomo del País Vasco cuando tuvieron lugar las evacuaciones de marzo de 1937.

[23] GARCIA LÓPEZ, A. (2016), Entre el odio y la venganza: el Comité internacional de la Cruz Roja en la Guerra Civil española, La Coruña, Espacio Cultura Editores, p. 199. Allí menciona la existencia de esta breve nota de prensa. Gracias a la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España, realizamos la consulta de la versión digitalizada del periódico: http://www.bne.es/es/Catalogos/HemerotecaDigital/

[24] GARCIA LÓPEZ, A., loc. cit.

[25] Ibid. p. 153, menciona que los archivos de la Cruz Roja española solo brindan información sobre las colonias que aún no habían sido repatriadas, hasta julio de 1937. Por ejemplo, sabemos que, en los Pirineos, una colonia de scouts instalados en el valle de Ordesa debió aguardar hasta el mes de abril de 1937 para ser repatriada a España tras haber permanecido en Lourdes, luego de complejas tratativas entre el Ministerio de Asuntos Extranjeros francés y ambas partes en conflicto.

[26] Clemente destaca acertadamente que el servicio de información a las familias no estaba mencionado en los acuerdos firmados en Burgos y Madrid entre el CICR y las partes en conflicto, op. cit. p. 109.

[27] La llegada de la aviación italiana (cuya intervención respondió al envío de las Brigadas Internacionales) y de la Legión Cóndor, al igual que la tenaz resistencia de Madrid, llevaron a Franco a concentrarse en objetivos de la zona norte, Vizcaya, Santander y Asturias. Por otra parte, el número de efectivos italianos era importante, alrededor de 50.000 combatientes.

[28] Franco fue formalmente designado jefe de Estado por la Junta de Defensa Nacional el primero de octubre de 1936.

[29] El 8 de diciembre de 1936, Cataluña habría firmado con el CICR un acuerdo que autorizaba la evacuación de la población no combatiente, v. GARCIA LÓPEZ, A., op. cit., p. 186.

[30] MARQUES, P., Les enfants espagnols réfugiés en France (1936-1949), op. cit., p. 25.

[31] García López hace uno de los relatos más exhaustivos, en especial, en base a la consulta de los Archivos CICR y del informe establecido por el propio G. Henny (ACICR, B CR 212, GEN-58), del que nos valdremos en el marco de esta contribución, op. cit. pp. 99-122.

[32] Sobre las personas y las razones que estarían detrás del atentado, en particular, vinculadas a las visitas de G. Henny a las cárceles madrileñas en octubre de 1936, y las hipótesis sobre las masacres de Paracuellos de Jarama, v. GARCIA LÓPEZ, op. cit., p. 99-125, cuyo trabajo se basa en buena parte en MARQUÉS, La Croix-Rouge pendant la Guerre d’Espagne (1936–1939) : Les missionnaires de l’humanitaire, op.cit., pp. 115 y ss.

[33] El gobierno de Largo Caballero no resistió a la “pequeña guerra civil” dentro de la grande, en la que se enfrentaron anarquistas, antiestalinistas y comunistas en Barcelona en el mes de mayo de 1937.

[34] GARCIA LÓPEZ, A., op. cit., pp. 206-207.

[35] ACICR, B CR 212-GEN-70, 15.06.1937.

[36] Más allá de las cuestiones humanitarias, la presencia de barcos británicos se vio motivada por la evacuación de ingleses en España, el aprovisionamiento de la zona norte del país y el transporte de mineral vasco a Gran Bretaña. V. MARQUES, P., Les enfants espagnols réfugiés en France (1936-1949), op.cit., p. 53.

[37] MARQUES, P., “Les colonies espagnoles d’enfants réfugiés : un regard singulier”, en Enfants de la guerre civile espagnole, París, L’Harmattan, 1999, p. 79.

[38] ALTED VIGIL, Alicia, “Le retour en Espagne des enfants évacués pendant la guerre civile espagnole : la Délégation extraordinaire au rapatriement des mineurs (1938-1954)”, en Enfants de la guerre civile espagnole, París, L’Harmattan, 1999, p. 48.

[39] El 19 de febrero de 1937, Manuel Hedilla, jefe nacional interino de la Falange y sucesor de José Antonio Primo de Rivera, se valió de un artículo en el que atribuía al “Gobierno de Valencia” la intención de enviar niños a la URSS. Incluso, para impedirlo, recurrió a la Sociedad de Naciones, a través de una carta a Joseph Avenol, secretario general de la organización. V., en especial, Alted Vigil, ibid., pp. 48-49.

[40] Para una mirada global sobre la complejidad de los posicionamientos adoptados por el clero vasco, por un lado, y el clero español por el otro, así como sobre sus respectivas relaciones con las autoridades políticas, en base a documentos específicamente provenientes de los archivos vaticanos, v. BOTTI, A.,La iglesia vasca dividida. Cuestión religiosa y nacionalismo a la luz de la nueva documentación vaticana”, en Historia Contemporánea n.o 35, 2011.

[41] ALTED VIGIL, A., Ibid. pp. 50-51.

[42] MARQUES, P., La Croix-Rouge pendant la guerre d’Espagne : les missionnaires de l’humanitaire, op.cit., p. 53.

[43] ACICR, B CR 212 PV, 07.10.1936, si bien Ferrière prefería no dar curso a un pedido proveniente del Gobierno de Madrid, Chenevière pensaba lo contrario. Es más, el acta indica que el delegado Clouzot estimó que fue el delegado Broccard, y no las autoridades de Burgos, quien se negó a efectuar la repatriación.

[44] ACICR, B CR 212 GEN-52, 23.10.1936.

[45] MARQUES, P., “Les colonies espagnoles d’enfants réfugiés : un regard singulier”, en Enfants de la guerre civile espagnole, op. cit., pp. 79-80.

[46] MARQUES, P., La Croix-Rouge pendant la guerre d’Espagne : les missionnaires de l’humanitaire, op. cit., pp. 242-243.

[47] ACICR, B CR 212 GEN-52, sin fecha.

[48] Las autoridades republicanas no habrían dado curso a los pedidos de emisión de pasaportes, provenientes de la Cruz Roja nacionalista a partir del primero de noviembre de 1937, tampoco para los niños. Las autoridades del bando insurgente instaladas en Burgos no tardaron en adoptar medidas recíprocas. V. GARCIA LÓPEZ, A., op. cit., p. 189.

[49] La mayoría de los niños que habían salido de provincias vascas ya habían sido repatriados en septiembre de 1937.

[50] Estos datos fueron extraídos de MARQUES, Pierre, Les enfants espagnols réfugiés en France (1936-1949), op. cit., pp. 207-221.

[51] Debemos precisar que, según SIERRA BLAS, V. (2016), Paroles orphelines, Les enfants et la guerre d’Espagne, Rennes, Presse universitaire de Rennes, p. 86, unos cien niños regresarían a España o se reunirían con sus familias en un tercer país antes de terminar el año 1939.

[52] España no mantuvo relaciones diplomáticas plenas y totales con México hasta 1977 (dos años después de la muerte del general Franco) y se dirigía a la URSS a través de las respectivas embajadas en Francia hasta 1969.

[53] Seis meses antes, el primer Gobierno del régimen franquista se había constituido en Burgos.

[54] SIERRA BLAS, V., op. cit., p. 78.

[55] Ibid.

[56] Ibid. pp. 84-85.

[57] MARQUES, P., Les enfants espagnols réfugiés en France (1936-1949)op. cit., p. 222.

[58] Ayuda! Boletín del Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español, n.o 3, septiembre de 1937.

[59] Ciertos autores sostienen que algunos niños se habrían sacado años para evitar el servicio militar. V. nota: MARQUES, P., loc. cit.

[60] GARCIA LÓPEZ, A., op. cit., p. 200.

[61] ACICR, C ESCI 251, 18.08.37 – Respuesta del presidente de la Cruz Roja mexicana en formato informe de 21 páginas sobre las condiciones de recepción y alojamiento de los niños. Acerca de las condiciones de recepción y de vida de estos niños desde el punto de vista de la prensa mexicana durante 1937, v. SÁNCHEZ RÓDENAS, A., “Los niños de Morelia y su tratamiento por la prensa mexicana durante el año 1937”, en Anales de Documentación, vol. 13, 2010, pp. 243-256.

[62] GARCIA LÓPEZ, A., op. cit., p. 201, menciona la existencia de 169 fichas individuales y la repatriación de la mayoría de los niños en marzo de 1939.

[63] En este sentido, v. en particular, MATEOS, A., “Los republicanos españoles en el México cardenista”, Ayer, n.o 47, 2002, pp. 122-123 y ALTED VIGIL, A., “Las consecuencias de la Guerra Civil española en los niños de la República: de la dispersión al exilio”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, p. 219. Con base en cifras de la Delegación Extraordinaria de Repatriación de Menores, la autora menciona otros 56 niños repatriados según un informe de noviembre de 1949, ALTED VIGIL, A., “Le retour en Espagne des enfants évacués pendant la guerre civile espagnole : la Délégation extraordinaire au rapatriement des mineurs (1938-1954)” op. cit., p. 58.

[64] Sin dar respuesta a esta problemática, el hecho es específicamente destacado en ALTED VIGIL, A., “El exilio español en la Unión Soviética”. Ayer, n.o 47, 2002, pp. 130-131.

[65] Según GARCIA LÓPEZ, A., op. cit. pp. 201-202.

[66] En tal sentido, v. especialmente, SIERRA BLAS, V., “En el país del proletariado. Cultura escrita y exilio infantil en la URSS”, Historia Social, n.o 76, 2013, pp. 127 y 135, y ALTED VIGIL, A., “El exilio español en la Unión Soviética”, op. cit., pp. 131 y 144.

[67] Ibid.

[68] MARQUES, P., “Les enfants espagnols réfugiés en France (1936-1939)”, op. cit., p. 202, aporta el número de buques de transporte. (fuente original: ZAFRA, E. GRECO, R. y HEREDIA, C. [1973]: Los niños españoles evacuados a la URSS.).

[69] ALTED VIGIL, A., “Le retour en Espagne des enfants évacués pendant la guerre civile espagnole : la Délégation extraordinaire au rapatriement des mineurs (1938-1954)”, op. cit., pp. 56-57; MARQUES, P., “Les enfants espagnols : réfugiés en France (1936-1939)”, op. cit., p. 203.

[70] ACICR, C ESCI 252, 25.05.1939.

[71] ACICR, C ESCI 252, 21.04.1939.

[72] ALONSO, C. y FARRE, S., “El Comité Internacional de la Cruz Roja y la repatriación de los refugiados españoles tras la retirada”, en Exils, passages et transitions. Clermont-Ferrand, Presse universitaire Blaise Pascal, 2008, p. 86.

[73] Ibid. pp. 92-93.

[74] ACICR, C ESCI 252, 14.07.1939.

[75] Jean d’Amman fue delegado del CICR en las ciudades de Burgos y San Sebastián, ambas en zona nacionalista cuando él se encontraba allí.

[76] ACICR, C ESCI 252, 12.08.1939.

[77] Un análisis bastante completo –hallazgo excepcional en un libro que trata el tema de la Guerra Civil Española de modo general– acerca de las evacuaciones masivas que tuvieron lugar entre 1938 y 1939 se encuentra en BENNASSAR, B. (2006), La guerre d’Espagne et ses lendemains, París, Perrin, pp. 391-398.